Hilda Mundy Escritora y poetisa. Oruro (1912 – La Paz, 1982)


Hilda Mundy, la auténtica, nació el 14 de junio de 1893 en Marylebone, Inglaterra y murió en 1968. Fue una actriz de comedia que trabajó durante décadas en el teatro, el radioteatro y el cine británico.

Pero hubo otra Hilda Mundy, fue boliviana, nació en Oruro en 1912 y su nombre real era Laura Villanueva Rocabado. Usando su seudónimo escribió artículos y columnas y publicó un solo libro, lo hizo en 1936 y se titulaba Pirotecnia y se subtitulaba Ensayo miedoso de literatura ultraísta. El libro tuvo un escaso éxito, aunque a la distancia aparece como una de las obras más originales de la literatura boliviana de la época.

Después el silencio. Mundy tenía apenas 24 años y no volvió a publicar nunca más.

No se sabe a ciencia cierta por qué dejó de escribir. Quizá con Pirotecnia, Hilda Mundy hizo justo lo que quiso hacer: envió al espacio de la literatura boliviana un gran cohete pirotécnico que explotó llenándolo todo de luminosos y fugaces colores. Luego, otra vez, la noche. No necesitó más.


Esa es la versión que nos gusta. Hay otra versión. Una que nos gusta menos. Tal vez sea la cierta. Laura Villanueva se casó con un diplomático y poeta de nombre Antonio Ávila Jiménez. Juntos formaron una familia y tuvieron hijos que Laura Villanueva tuvo que criar. Tal vez Villanueva aceptó –no se sabe si resignada o gustosa- el papel que la sociedad esperaba de ella. Aunque de vez en cuando escribía, se dedicó sobre todo a su familia y también ayudaba con los poemas de su esposo, convirtiéndose en su auxiliar, en la persona que recopilaba sus poemas y los corregía. Todo indica que Ávila Jiménez fue un buen poeta, publicó varios poemarios y el propio Jaime Sáenz lo alabó. Aun así es dudoso que se mereciera el largo silencio de Hilda Mundy. Tal vez él nunca lo solicitó.

Después de morir, su hija se encargó de publicar otro libro de Hilda Mundy/Laura Villanueva, se titulaba Cosas de fondo. Impresiones de la guerra del Chaco y otros escritos (1989). 

El año 2002 Hilda Mundy fue recuperada por una editorial de poesía, Pirotecnia fue reeditado y su nombre reivindicado en una especie de personaje de culto de la poesía boliviana, más citada que leída, más recordada que comprendida.

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